En Venezuela estaba acostumbrada a que te metes al autobús y el conductor tiene la música a todo volumen que te aturde, y el tipo de música tampoco es la más agradable e inspiradora. Si quieres conversar con tu acompañante o con cualquier persona en el bus, se te puede hacer bien difícil.

¿Cuál es mi sorpresa cuando me monto en un bus por primera vez en Alemania? ¡Aquel silencio sepulcral! Los buses no tienen música y la gente no habla entre sí, y los que sí, lo hacen bajito para no molestar a nadie. Si hablas o te ríes duro, te miran feo.

En esta situación aplica muy bien el dicho: ni tan calvo, ni con dos pelucas.