La primera vez que mi mamá me vino a visitar, fue una vez al supermercado a comprar unas cositas. En sí se suponía que debía ser algo sencillo y normal. Sin embargo, cuando llegó a la casa, me contó que al entrar al super, quiso agarrar un carrito, pero no lograba despegarlo de la fila, entonces empezó a zarandear, jalar y hacerle fuerza para que saliera. Lo cual no pasó, pues yo olvidé comentarle que aquí los carritos de compra necesitan un chip o moneda de 1 euro para poderlos sacar de la fila donde están estacionados.

Me dio mucha gracia imaginándome a mi mamá ahí luchando con los carritos, pero también me dio cosita con la pena que pasó, porque todo el mundo la estaba viendo y no fue sino al rato que alguien se acercó a ayudarla…  En Venezuela la hubiesen ayudado enseguida, pero de ese tema hablaré en otro momento.