Cuando llegué a Alemania, visité junto a mi esposo a muchos de sus familiares. En algún momento de la visita fui a la cocina y no vi la nevera por ninguna parte. Pensé “¿cómo que no hay neveras? ¡¿Los alemanes no tienen neveras?!” A ver, sí tienen, pero están empotradas y se ven como un gabinete más de la cocina.
Luego entonces de descubrir dónde está la nevera, ¿cuál es mi segunda sorpresa? Las neveras son chiquitas, no cabe mucho. La razón de ser no la sé, pero imagino que tiene que ver con el tema de la energía.
Ambas cosas me parecieron rarísimas al principio, pero ya me acostumbré. Sin embargo, yo prefiero mi nevera grande, como la conozco de Venezuela, y que se vea, nada de estar escondida y empotrada.