Esto fue algo que me llamó bastante la atención apenas llegué a Alemania: esto aquí es definitivamente el paraíso de los lácteos. Nunca antes había visto una oferta tan grande y tan variada de los derivados de la leche, pues no solo consigues los productos hechos con leche de vaca (incluyendo las versiones sin lactosa), sino también con leche de oveja y leche de cabra.

Aquí la oferta de los productos lácteos es tan vasta que cubre paredes completas en los supermercados. Entre ellos se encuentran diferentes tipos de mantequillas (con sal, sin sal, con hierbas, dulzona, más bien ácida), diferentes tipos de crema de leche, cantidad de quesos crema (granulado, con hierbas, sencillo), muchísimos tipos de yogurt (que es el producto lácteo favorito de los alemanes), requesón, muchos tipos de queso amarillo con diferentes grados de maduración, aspecto y sabor, algunos quesos blancos, y por supuesto muchas bebidas a base de leche (con cacao, frutas y otros).

Muchos de estos productos fueron nuevos para mí, y aunque algunos sí me parecieron simpáticos, a otros sencillamente no me pude acostumbrar. Por ejemplo, hasta el sol de hoy me sigue pareciendo muy extraño el queso de crema granulado, no lo entiendo y no me gusta. Los quesos amarillos están bien en líneas generales, pero los quesos blancos de acá no me convencen. Para mí ninguno como el queso blanco duro y el queso telita de mi querida Venezuela.