Este es definitivamente uno de mis paisajes favoritos de Alemania, los viñedos. Estos encantadores sembradíos se encuentran normalmente en las afueras de las ciudades y en muchos casos a lo largo de algunas autopistas. Dependiendo de la época del año, cuando ya están listos para la cosecha, el olor de la zona donde se encuentren los viñedos es simplemente divino.

Hace un tiempo tuve la oportunidad de pasar una temporada de verano en Bad Dürkheim, y es un recuerdo especial que tengo por los increíbles paisajes de los viñedos y el aroma de los mismos. De hecho, en esa pequeña ciudad se celebra el festival de vino más grande del mundo, el Dürkheimer Wurstmarkt.

El vino es algo realmente especial en Alemania y el país cuenta con más de 11.000 empresas que se dedican a su comercialización. La variedad es enorme y la producción da para todos los gustos y bolsillos, desde los más sencillos hasta los más sofisticados.

Yo vivo en Wiesbaden (Hessen), una de las regiones vinícolas por excelencia de Alemania. Aquí se celebra todos los años la Rheingauer Weinwoche, que recibe a miles de visitantes amantes del vino de todas partes de Alemania y del mundo. Yo particularmente no soy tomadora de vino, pero sí me parece fascinante vivir en una región donde se produce con tanto esmero esta bebida milenaria.