Esto es algo que me parece adorable de Alemania. Es una pena que en mi país de origen, Venezuela, no sea posible hacer lo mismo. En las ciudades grandes lamentablemente no se ve, pero en las afueras, en las ciudades más pequeñas o pueblos, sí lo hay.
En ciertos puntos, casi a orilla de calle, hay puestos donde se venden calabazas (cuando es época, es decir a finales de año) o flores (mayormente girasoles). Estos puestos no los atiende nadie, sino que hay una cajita donde la gente puede meter el dinero para pagar lo que se quiere llevar. Así de sencillo, dice el precio y está la cajita.
Me encanta el sentido de honestidad y respeto de los alemanes. Una razón más para quererlos.